PIRCA

Alerta Metodológico

Luciano Bertone

Cines, plataformas y sentido común.

La época que nos toca vivir, pródiga en repercusiones instantáneas, reproducciones interminables y “comunicación” (las comillas no son ociosas), nos ha obligado a modificar, muchas veces sin solicitar nuestro consentimiento, la manera en la que nos acercamos a aquello que nos interesa, de lo que necesitamos informarnos y sobre lo que queremos (o creemos) saber.                               

Es una era opinada, determinada, conclusiva: todo es testimonio. Y una de sus consecuencias más frecuentes es que suele tomarse una percepción propia (y por tanto incompleta), como la norma general o tendencia. Es decir, lo que habitualmente se llama “sentido común”. Claro está que estas apreciaciones, aunque repetidas ad nauseam, no se vuelven por ello veraces ni mucho menos verificables.

En ese contexto, es importante recuperar espacios para el pensamiento crítico y metodológico; corroborar y contrastar datos estadísticos de la realidad que vivimos es un ejercicio ciudadano cada vez más necesario y accesible.

Ya en 1637 cuando René Descartes publica su primer ensayo “Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias” (texto conocido como Discurso del método)  le escribe a su amigo Marin Mersenne explicando que decidió titularlo Discurso y no Tratado, porque no pretende enseñar sino hablar de aquello que conduce a la propia razón.

Les propongo entonces que hablemos de recobrar la procedencia del método: del modo de decir o hacer con orden, que no es sólo una obligación para las ciencias; es también una buena práctica social y cultural.

Nuestro tema es la actualidad de la cinematografía y sus salas de exhibición, o mejor la sucesiva y constante afirmación de muchos comunicadores, del establecimiento de debates en numerosos foros y redes, en los que se afirma que la asistencia a salas para ver películas es una práctica social y cultural en vías de extinción, dada la prevalencia de las plataformas digitales en la manera en la que realizamos nuestros consumos culturales.                                                                                             

El crecimiento de las plataformas (streaming: OTTs over the top, VOD video on demand) en la última década ha sido exponencial. Sus bondades (confort, accesibilidad) son conocidas y apreciadas. Un estudio del Observatorio Audiovisual Europeo muestra con claridad la progresión en que el estreno, exhibición y distribución de películas fue agregando al de las salas cinematográficas el VOD.

Recordemos ahora el postulado del sentido común: “la asistencia a salas para ver películas es una práctica social y cultural en vías de extinción”. 

Para deducir una cosa de la otra, necesitamos una metodología; cotejar lo antedicho contra los datos y ver qué resultados arroja.

Una mirada sobre las últimas dos décadas en cuanto a las recaudaciones de las salas cinematográficas en los mayores mercados del mundo puede ayudarnos a llegar a alguna conclusión, o al menos indicarnos una primera tendencia sobre los consumos aludidos.

Un recorte del último lustro muestra todavía con más claridad una tendencia creciente.

Si esta es la tendencia en América del Norte, el paso siguiente es preguntarnos qué sucede con otros de los principales mercados del mundo, como por ejemplo el asiático.

Allí se observa que en los últimos años China ha mostrado también un crecimiento de la taquilla, tanto con películas de Hollywood como con producciones locales: “El total de la venta de entradas de cine aumentó 5,4% en 2019 hasta llegar al récord de USD 9.200 millones, de los cuales las películas nacionales representaron un 64,1%” 1.

1. Fuente Cision: “Renewed Interest in Cinema Leads to a Surge in China’s Box Office”.

Una mirada global reafirma esta tendencia.

Si nos guiamos estrictamente por los números de la recaudación, encontramos que, a nivel mundial, en 2019 las salas de cine generaron USD 42.500 millones por primera vez en la historia, divididos de la siguiente manera: USD 11.400 de los países de América del Norte y USD 31.100 del resto del mundo2.

2. Fuente Universal.

Para finalizar, transitando el camino de lo general a lo particular, analizaremos lo que sucedió en nuestro país en la última década. Aquí tomaremos como referencia otros tres importantes indicadores: la cantidad de espectadores, el número total de pantallas y el valor promedio de la entrada3

AñoEspectadores       Pantallas    Valor promedio de la entrada
201038.463.330787$ 17,87
201142.490.429        807$ 22,90
201246.386.856827$ 28,14
201346.941.671822$ 35,88
201444.227.776829$ 45,44
201550.498.071864$ 62,53
201648.925.081885$ 80,47
201747.596.368921$ 101,48
201844.606.578943$ 125,04
201946.869.612945$ 181,32

Fuente DEISICA.

En este caso, una vez más, los datos indican que en una década en la que el crecimiento de la oferta de plataformas OTT y VODde streaming de contenidos audiovisuales y la cantidad de suscriptores es innegable, los números de asistencia a las salas de exhibición cinematográfica arrojan resultados que contradicen al “sentido común”: mientras el valor promedio de la entrada en nuestro país se multiplicó un 1.014%, contamos con 158 pantallas más que en 2010 y la cantidad de espectadores creció en 8.406.282.  

3. Estos valores, amén que complementarios, resultan más indicativos que la recaudación total en contextos de inestabilidad económica y variación monetaria.

Este análisis reafirma nuestro postulado inicial: “la experiencia del consumo personal o familiar no puede tomarse como conclusión sin cotejarla con datos contrastables”. Es decir que podemos concluir en que, durante la última década y a pesar del crecimiento de las plataformas  (tanto pagas como gratuitas) con su gran variedad de ofertas en un mercado pujante, la asistencia a las salas cinematográficas goza de muy buena salud.

Dicho esto, no puede negarse que debido a la pandemia, durante el año 2020 la industria del cine se ha visto fuertemente impactada por las medidas de confinamiento. Si bien no contamos todavía con datos procesados sobre el periodo mencionado, la tendencia proyecta cifras contundentes a una drástica baja.

Realizar apreciaciones de carácter predictivo contradeciría el espíritu de esta nota. Sin embargo, dada la avidez que produjo la reapertura tras el pasaje del ASPO al DISPO en relación con los consumos socioculturales (bares, restaurantes, teatros, conciertos, autocines), no parece improbable conjeturar que la asistencia a los cines correrá una suerte similar.                                                                                                                               

En ese contexto, es menester trabajar en programas, regulaciones y una legislación acorde a los tiempos que corren, que impulsen políticas de fomento con una mirada industrial y mejores posibilidades para el desarrollo de nuestra cinematografía; con circuitos nacionales de distribución y una política federal de construcción, ampliación y mejora de salas cinematográficas, para lograr extender esta práctica social y cultural que a más de ciento quince años de su nacimiento es un fenómeno que no deja de crecer. 

Autor: Luciano Bertone – SICA APMA

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